LAS HOJAS DEL TÉ
La planta del té, también denominada Camellia sinensis, supone el origen de casi todos los tipos de té que se consumen en el mundo. Es procedente de regiones de Asia, especialmente China e India.
Es un arbusto de hoja perenne (mantienen sus hojas durante todo el año), que puede alcanzar alturas de hasta 10 metros si se le permite crecer libremente, aunque generalmente se cosecha en forma de arbusto podado para facilitar la recolecta. Sus hojas son de color verde oscuro y tienen bordes dentados.
Hay diferentes variedades, cada una con sus características específicas que influyen en el sabor y las propiedades del té que producen. Las principales son, Camellia sinensis, que se encuentra principalmente en China y Camellia assamica, muy común en la India, especialmente en la región de Assam.
El té se cultiva en regiones con climas cálidos y húmedos, y usualmente en tierras situadas entre los mil y dos mil metros por encima del mar. Una vez plantadas las primeras semillas, se debe esperar al menos entre dos y tres años para recoger la cosecha, y en cuanto florezca se podrá llevar a cabo la recolecta aproximadamente durante tres veces al año. Las plantas requieren una poda regular para fomentar su crecimiento saludable y facilitar la cosecha. Hay que tener en cuenta que para la producción del té no se emplea toda la planta, sino la parte superior de los brotes, donde se encuentran los capullos y las hojas más tiernas. Por debajo de los racimos altos y jóvenes queda la parte menos reciente de la planta que, generalmente no serviría para la elaboración del té.
La calidad depende especialmente de lo selectiva que sea la recolección. Para lograr un té de calidad superior se utilizan los capullos y como máximo la hoja más joven, mientras que, para uno de calidad inferior se cogen los capullos y las dos primeras hojas. El té de calidad media o baja no exige una recolecta tan cuidadosa, pudiendo incluir hojas menos tiernas de zonas inferiores. El proceso es una cuestión de centímetros, pero es decisiva.
Aunque vivimos en una época de industrialización avanzada, hay muchos países donde la recolección de té se sigue realizando a mano, preservando la alta calidad de este. Mientras, aquellos países donde utilizan sofisticada maquinaria en el proceso logran aumentar sus niveles de producción en gran medida, pero sacrifican el resultado final de la cosecha, ya que las maquinarias poseen un margen de error que podría suponer la selección incorrecta de las hojas de té, llegando a incluir hojas viejas o incluso pequeñas secciones del tallo.